La Sustancia. Una exploración de la imagen y su poder visual
La Sustancia no es solo una narrativa, es una experiencia visual que cautiva desde su primer fotograma. En manos del director de fotografía Benjamin Kracun, cada escena se transforma en una obra de arte, remitiéndonos a la composición y la luz de grandes referentes tanto en el cine como en la historia del arte. Inspirados en obras icónicas, vemos reminiscencias de clásicos del cine y composiciones que evocan a maestros de la pintura, creando un lenguaje visual que potencia el mensaje de la película.
Belleza, Juventud y Horror en el Cine de Coralie Fargeat
La Sustancia, dirigida por Coralie Fargeat, es una experiencia visual que explora los rincones oscuros de la obsesión por la juventud eterna y los ideales de belleza. Protagonizada por Demi Moore como Elisabeth Sparkle, una actriz en declive que busca recuperar su juventud a través de una droga experimental, la película plantea una narrativa provocadora sobre la presión social y la deshumanización de la apariencia. Con una estética que conjuga elementos de body horror y una cinematografía impactante, la película aborda temas de autoimagen y dismorfia corporal, impulsados por una sociedad que exige belleza inalcanzable y relevancia en todo momento.
La dirección de fotografía, a cargo de Benjamin Kračun, es esencial para crear la dualidad entre el personaje real de Elisabeth y su versión joven, Sue, interpretada por Margaret Qualley. A través de ángulos oníricos, Kračun establece una atmósfera que amplifica el contraste entre una juventud que parece inmortal y la degradación física de Elisabeth. La imagen se convierte aquí en un lenguaje propio, evocando clásicos como El retrato de Dorian Gray y referencias al cine de David Lynch y David Cronenberg. La cinematografía juega con colores intensos y pasillos claustrofóbicos que remiten a El Resplandor, creando una narrativa visual de pesadilla que aborda el paso del tiempo con una crudeza visceral.
La estructura visual y narrativa de La Sustancia toma influencias de distintos referentes del cine y del arte, donde la cámara no se aparta de los detalles físicos más incómodos y grotescos. La repetición de imágenes impactantes—como el maquillaje excesivo y el uso de prótesis—refleja el desgaste y la alienación de su protagonista, evocando la tensión entre la carne y la identidad. En palabras de Fargeat, esta obra busca revelar el peso de los estándares de belleza en una sociedad patriarcal y cómo estos mismos ideales pueden llevar a una autopercepción distorsionada y peligrosa.
La fotografía en esta película no solo acompaña, sino que dialoga con las y los espectadores, potenciando la historia y elevando el cine a una experiencia sensorial profunda. Si te encanta el cine y el arte, La Sustancia es una parada obligatoria para admirar cómo la fotografía transforma escenas en una reflexión visual sobre los peligros de la autoexigencia y la alienación de uno mismo en un mundo obsesionado con la apariencia.
La Sustancia es más que una simple película de terror. Fargeat utiliza la violencia visual y el simbolismo estético para llevar al espectador a una reflexión sobre la autoexigencia, el rechazo de la propia imagen y el miedo al envejecimiento en una industria que premia la apariencia por encima de la autenticidad. Con una fuerte impronta visual y un lenguaje provocador, La Sustancia redefine la narrativa del body horror, transformando la obsesión por la juventud en un comentario inquietante sobre el sacrificio y la superficialidad que dominan el mundo del espectáculo.
El éxito en la vida es retratado desde el ego: “Solo existo si soy visto”. “Solo tengo éxito si los demás me admiran”. No queda espacio para otra interpretación del éxito posible.
Pastorchenka para PsicologiaPunto