Diego Moreno

Almohadas debajo de las camisas, sombreros, pelucas, máscaras o lentes gigantes son algunos de los elementos que se utilizan, desde principios del siglo pasado, para representar a los panzudos mercenarios en San Cristóbal de las Casas, México. Diego Moreno nació y creció allí, entre costumbres. Durante cada mes de septiembre, en su ciudad se realizaba una peregrinación llevando a la Virgen de la Merced, siendo estas figuras monstruosas (los panzudos mercenarios) quienes iban por delante, representando al pecado. Aunque debían generar miedo y rechazo, Diego encontró en ellas una gracia, algo con lo que se puede jugar, un personaje desde el cual hablar.

Constanza Ruibal (@desarmario_), me contó que existe una doble función de las máscaras, por un lado oculta el rostro y por otro lo pone de relieve, descubriendo un rostro común, más antiguo y plural. Cuando nos tapamos con una máscara, nuestra identidad se abre hacia otros horizontes. 

© Diego Moreno

En las imágenes de Diego, la máscara recuerda a los pecados cometidos, una especie de simpatía endiablada en algunos casos y en otros, un cuento de terror en el que nos encontramos a merced de truculentos monstruos. En su serie , el fotógrafo realiza puestas en escenas fantásticas, donde los ambientes domésticos se ven interrumpidos por estas presencias fuera de tiempo, la humanidad contrasta fuertemente con panzudos mercenarios.


En otra serie, trabaja de manera distinta, realizando intervenciones gráficas sobre fotografías de archivo. Aparecen familias, compañeros de escuela o pequeños bebés convertidos en figuras monstruosas, perdiendo su rostro humano y ganando una existencia en la que el pecado lo ocupa todo.

© Diego Moreno

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