Ilse Fusková, “FELKA”: Fotografía, Resistencia y Visibilidad
A pesar de su notable contribución al arte y su incansable labor como militante, Ilse Fusková no ha recibido el reconocimiento que realmente merece dentro del universo de la fotografía artística contemporánea. Fusková, también conocida como Felka, dejó una huella indeleble no solo en el mundo del arte, sino también en el activismo feminista y LGBTQ+ en Argentina. Su legado, una fusión de arte y activismo, desafió y transformó las percepciones sociales a través de su lente, capturando la esencia de una lucha constante por los derechos y la igualdad.
El Inicio de una Trayectoria: Fotografía y Periodismo
Nacida en Buenos Aires en 1929, Ilse Fusková, de padres alemanes y checoslovacos, mostró desde joven una curiosidad insaciable y un espíritu inquieto. Estudió periodismo y trabajó como azafata, pero su verdadera pasión se manifestó a través de la fotografía. En los años 50, bajo el seudónimo de Felka, comenzó a capturar la esencia de sus amigos y del paisaje urbano porteño. Su colaboración con revistas como El Hogar, Mundo Argentino, Para Ti y Lyra consolidó su reputación como una observadora perspicaz de la vida cotidiana y la cultura de Buenos Aires.
Su primera exposición en 1957, realizada junto a Alberto Greco en la galería Quetzal de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, marcó el inicio de su reconocimiento en el ámbito artístico. En esta muestra, sus retratos fotográficos de los años 50 estaban acompañados por escritos de Greco, creando un diálogo único entre la imagen y la palabra
Las fotografías de Felka no eran meros retratos; eran una exploración profunda de la personalidad y la esencia de sus sujetos. Desde artistas como Beatriz Guido y Carlos Alonso hasta niños en las calles de Buenos Aires, Fusková tenía una habilidad única para revelar la humanidad y vulnerabilidad de sus modelos. Su enfoque no se limitaba a la estética; cada imagen era una declaración, un fragmento de la narrativa social y cultural de su tiempo.
Su trabajo en los años 50 se caracterizó por una sensibilidad particular hacia la infancia y la modernidad urbana. En obras como "Niños de Isla Maciel" (1956), capturó la fragilidad y la resiliencia de los más jóvenes en un entorno en constante transformación. Estas imágenes, teñidas de una melancolía sepia, no solo documentan una época, sino que también invitan a una reflexión sobre la niñez y la ciudad.
La Fotografía como Herramienta de Activismo
En los años 70, la escena feminista argentina comenzó a tomar forma con fuerza. Ilse Fusková se unió a este movimiento, encontrando en el feminismo una plataforma para su arte y su activismo. Su participación en la Unión Feminista Argentina (UFA) y el Movimiento de Liberación Femenina (MLF) fue fundamental para su evolución como artista y militante.
Durante esta época, Fusková comenzó a explorar el desnudo femenino en su serie "El zapallo" (1982). Esta serie, que fue presentada en los Talleres Brígida Rubio y en Lugar de Mujer, comparaba la carnosidad del zapallo con la desnudez del cuerpo femenino, desafiando los tabúes y la cosificación de las mujeres en la sociedad occidental. Fusková expresó que el cuerpo desnudo de la mujer era un tema tabú en nuestra sociedad: “La mayoría de las mujeres en la cultura occidental nos vemos a través de la mirada distorsionada de una sociedad dominada por varones. Esto es verdad para todo nuestro ser y muy especialmente para la percepción que tenemos de nuestro propio cuerpo. (…) Yo pienso que el cuerpo de la mujer es objeto de deseo del macho, que ese cuerpo le fascina y también le da miedo. Sin embargo, el cuerpo desnudo de la mujer, sin las contorsiones de la seducción, es una imagen prohibida. (…) La desnudez del cuerpo de la mujer es un derecho que nos es absolutamente negado” (infobae) (Clarin.com).
Su preocupación por crear una iconografía que reflejara el punto de vista de la mujer hacia su propia desnudez física la llevó a profundizar en su vivencia femenina. Esta búsqueda la guiaba hacia obras donde la naturaleza y la anatomía interactuaban y se complementaban, formando una poética del cuerpo femenino que era tanto política como estética.
"La mayoría de las mujeres en la cultura occidental nos vemos a través de la mirada distorsionada de una sociedad dominada por varones.”
La Entrañable Amistad con Alberto Greco
La relación entre Ilse Fusková y Alberto Greco fue una de las más significativas de su vida. Se conocieron en 1953 en una galería de Florida y Viamonte, y rápidamente forjaron una amistad que duraría hasta la trágica muerte de Greco en 1965. Greco, conocido por su estilo provocador y su capacidad para desdibujar las líneas entre el arte y la vida, encontró en Fusková una compañera creativa y una confidente.
Greco fue un artista rupturista que introdujo a Fusková a varias figuras importantes del arte, como Horacio Coppola y Grete Stern. Juntos, recorrieron las calles de Buenos Aires, compartiendo tertulias en lugares icónicos como el Florida Garden y explorando la ciudad con una perspectiva queer y bohemia. Las fotografías de Fusková de Greco muestran una evolución de la formalidad inicial a una desinhibición que revela su verdadera personalidad artística (infobae) (PAGINA12).
En las fotografías de Greco tomadas por Fusková, podemos ver no solo al artista, sino también al amigo íntimo. Estas imágenes capturan momentos de espontaneidad y camaradería, reflejando una conexión profunda que trascendió lo meramente profesional. La exposición "Querida Felka. Alberto Greco por Ilse Fusková" destaca esta relación, presentando 50 fotos inéditas que documentan su amistad y colaboración artística (Clarin.com).
El Legado de una Luchadora
El trabajo de Ilse Fusková es una intersección poderosa entre el arte y la política. Su fotografía no solo documentó existencias, sino que también las transformó. Su participación en grupos feministas y su activismo por los derechos LGBTQ+ reflejan su compromiso con una sociedad más inclusiva y justa. A medida que avanzaba en su carrera, Fusková decidió estudiar fotografía de manera más sistemática, recomendada por Grete Stern. Entre 1984 y 1985, participó del grupo Imagema, formado por Horacio Cóppola y Juan José Guttero, con quienes expuso en varias oportunidades.
Dicho espacio, Lugar de Mujer, donde realizó varios talleres, se convirtió en un semillero de ideas y activismo. Este lugar, creado en 1983, fue fundamental para su desarrollo como artista y activista. Allí se inició su práctica activista, primero feminista y luego lésbica, en paralelo con la urgencia por desencadenar el camino hacia la despatologización de la homosexualidad en Argentina.
Como consecuencia del valor político de la resistencia a un sistema heterocentrista, su activismo fue eclipsando de a poco a la fotógrafa. Sin embargo, su legado como fotógrafa y militante es inseparable, y su obra continúa siendo un ejemplo de la lucha por alcanzar una sociedad diversa y más digna.
Ilse Fusková, Felka, es un testimonio viviente de cómo el arte puede ser un acto de resistencia. Su cámara capturó más que imágenes; capturó la esencia de una lucha constante por los derechos y la igualdad. En un mundo donde las voces marginalizadas a menudo son silenciadas, el legado de Fusková continúa inspirando y desafiando a nuevas generaciones de artistas y activistas.
La obra de Ilse Fusková es un recordatorio de que el arte y el activismo no son entidades separadas, sino fuerzas complementarias que, juntas, pueden cambiar el mundo. Fusková no solo nos dejó una colección de imágenes poderosas, sino también una lección sobre el poder transformador del arte cuando se alinea con la justicia y la igualdad.