La palabra viene después: fotografía, cuerpo y memoria en homenaje a Pasolini
¿Cómo se activa la memoria de un cuerpo que, aún hoy, continúa resonando profundamente en el imaginario cultural contemporáneo? El proyecto fotográfico La palabra viene después, desarrollado por Blanca Martín Secades en colaboración con el colectivo teatral Malala Producciones, parte precisamente de este interrogante para ofrecer una profunda revisión estética y poética de la figura del escritor y cineasta Pier Paolo Pasolini, a cien años de su nacimiento.
Pier Paolo Pasolini (1922-1975) fue una figura revolucionaria y transgresora en la cultura italiana del siglo XX. Escritor, poeta, cineasta y pensador crítico, Pasolini abordó con valentía y crudeza temas polémicos como la sexualidad, la política, la religión y la sociedad. Su obra cinematográfica incluye películas emblemáticas como "Accattone", "Mamma Roma", y la controvertida "Salò o los 120 días de Sodoma". Su asesinato en circunstancias aún no totalmente esclarecidas intensificó el mito alrededor de su figura, convirtiéndolo en símbolo de resistencia cultural e intelectual. La impronta de Pasolini persiste en numerosas expresiones artísticas contemporáneas, siendo reconocido por su capacidad de confrontar y desafiar las normas establecidas.
Este proyecto, originalmente planteado como una extensión visual de la propuesta escénica “Llenad mi cuerpo de piedras” (Injuve, 2022), rinde homenaje a la dimensión interdisciplinaria y la fascinación constante de Pasolini por temas como el cuerpo, la juventud, el tiempo, la ciudad y la memoria. Estos tópicos centrales se convirtieron en ejes fundamentales para abordar una experiencia fotográfica que no busca replicar lo ya realizado por el escritor, sino reinventarlo desde la contemporaneidad.
Desde sus comienzos, el cuerpo adquiere un protagonismo indiscutible en la obra, atravesando cada imagen con una potencia tangible que evoca inevitablemente la tragedia del asesinato de Pasolini. Un cuerpo perdido, pero cuya memoria sigue viva y resonante. Las imágenes del proyecto, producidas íntegramente mediante fotografía analógica, presentan un universo visual donde lo efímero—el agua, el humo de un cigarrillo, el juego juvenil—convive con la permanencia arquitectónica de la ciudad. Todo ello genera escenas impregnadas de movimiento y espontaneidad, haciendo tangible la esencia misma del universo pasoliniano.
El proceso creativo fue una coreografía minuciosa entre los actores, la dirección artística y la fotografía, con la particularidad técnica y conceptual de condensar toda la propuesta en exactamente 49 fotografías analógicas, número que simbólicamente corresponde a los años transcurridos desde la muerte del poeta. Cada toma se realizó con una precisión casi quirúrgica, intensificada por la limitación intencional de solo dos carretes de película. En palabras de Blanca Martín Secades, "no había margen para el error", lo que permitió una tensión creativa y una espontaneidad única, enriquecida por dobles exposiciones y juegos visuales que aportaron fluidez y sorpresa al resultado final.
Además, el proyecto continúa evolucionando con el tiempo. Cada año se sumará una nueva fotografía, manteniendo así viva y comprometida la relación con la memoria de Pasolini. De esta forma, La palabra viene después no es solo una mirada hacia atrás, sino un puente activo y constante entre el pasado y nuestro presente, explorando cómo la sensibilidad estética y poética del artista italiano sigue siendo relevante y urgente en nuestros días.
Con referencias que van desde Xavier Dolan hasta David Wojnarowicz, pasando por la sensibilidad corporal de Martina Matencio y el dinamismo urbano de William Klein, el trabajo de Blanca Martín y Malala Producciones se posiciona como un valioso diálogo entre disciplinas artísticas que se retroalimentan mutuamente, creando una obra potente y conmovedora que continúa expandiéndose.
En definitiva, La palabra viene después es mucho más que una serie fotográfica; es un acto duracional de memoria, cuerpo y poesía que insiste en recordarnos que Pasolini no solo permanece, sino que también continúa renaciendo de entre las cenizas.




